El primer fin de semana de octubre la delegación de Albacete-Cuenca realizó una salida de dos días a la parte norte del parque nacional de Cazorla para hacerse presente en la berrea.
Se conoce comúnmente como berrea o brama al periodo de celo del ciervo rojo, debido al sonido gutural que emiten los machos.
Este período se inicia a comienzos del otoño boreal, normalmente a finales de septiembre. Los machos se encuentran en su máximo esplendor al comenzar la temporada, e intentan adueñarse de un territorio.
Las demostraciones de poder de los machos incluyen los berreos y luchas rituales, en las que utilizan su cornamenta. Los territorios preferidos son aquellos en los que las hembras deban beber o alimentarse. Los machos ganadores reúnen harenes de hasta 50 hembras. Normalmente después de un par de intentos, el macho monta a la hembra por breves momentos en el coito. De no haber fecundación, la hembra vuelve a ovular al cabo de unos 18 días. La gestación dura unos 235 días, tras la cual nace un único cervatillo. Las astas, la principal arma del macho, caen en marzo, y vuelven a crecer, proceso que se repite anualmente y se identifica con un estímulo de la reproducción.
Hicimos una ruta circular, partiendo el sábado de Albacete y, por Ayna, Molinicos, Riópar, Siles, y Hornos, llegamos al alojamiento rural Las Cañadillas, propiedad del socio de nuestra delegación, Juan Antonio García Fernández, donde nos alojamos hasta el domingo.
Allí se reunieron con nosotros unos compañeros de Ciudad Real, Granada, Guardamar del Segura y Madrid. Tras comer productos de la tierra de calidad (y cantidad) excepcional, partimos hacia el Centro de Interpretación del Parque Nacional para reunirnos con sendos guías que, en vehículos 4X4, nos condujeron a la parte especialmente protegida para asistir al espectáculo de la Berrea. Tuvimos ocasión de ver ciervos, gamos y jabalíes. También pudimos escuchar el sonido de la berrea, aunque no pudimos escuchar los choques de las cuernas ni ver peleas o montas.
Ya de noche regresamos al alojamiento a cenar (similar característica culinaria de la comida) y después gozamos de una agradabilísima sobremesa con copa y tertulia frente a la chimenea.
A la mañana siguiente, después de un magnífico desayuno, salimos de regreso. Lo hicimos por Villanueva del Arzobispo, Alcaraz, El Jardín y Albacete, aunque por el camino se fueron despidiendo algunos compañeros.
Es de destacar el extraordinario ambiente que vivimos. Aunque la mayoría no nos conocíamos, el grupo resultó ser de una camaradería tal que parecíamos una familia. A ello, sin duda, contribuyó el trato de Juan Antonio, nuestro anfitrión, que se deshizo en coordinar todos los elementos de la ruta y con la participación de su familia, en especial su sobrina María. Desde aquí nuestro más sincero reconocimiento y agradecimiento.
Esto nos sirve de estímulo para seguir trabajando en esta línea. Esperamos vernos en más rutas.