28/10/2023
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El 28 de octubre fue la fecha señalada para una salida de la Delegación de Murcia.  Era una mañana de otoño típica murciana. La temperatura rondaba los 15 grados a las 8 de la mañana. Nos esperaba un día soleado y caluroso. 

Quedamos a las 8:30 en la churrería de El Palmar, donde desayunaríamos y desde donde saldríamos en dirección a nuestro destino.

Puntuales como un reloj suizo, salimos a las 9 para seguir las indicaciones del navegador para seguir el track que previamente habíamos diseñado. 

Una vez rebasado el Puerto de la Cadena, cogimos la primera salida en dirección a Corvera para seguir por la RM-601 pasando por detrás del aeropuerto y en Valladolises desviarnos y seguir por la RM-E9 hasta Balsapintada.

El paisaje es el típico murciano, matorral bajo, poco arbolado y tierras de cultivo.

Nos desviamos hacia la RM-E13, hasta el Estrecho, después Fuente Álamo para desembocar en dirección al sur en la RM-332, la divertida y revirada carretera que recorre el borde oeste de la Sierra de la Muela y que nos llevó al Puerto de Mazarrón. 

Recorremos la carretera que discurre por la costa hasta llegar a la Azohía. 

Es hora de tomar un café en un bar con vistas a la playa en una fecha en la que el entorno puede sacar a relucir todo su encanto.

Seguimos nuestro camino por la bacheada carretera que conduce a la Batería de Castillitos, una fortificación singular situado en un enclave estratégico y rodeada por otras fortificaciones aún más abandonadas que ésta.

La RM-E23 se encuentra en un estado lamentable, completamente olvidada por las autoridades a pesar de ser la única vía que conduce al complejo militar visitado cada fin de semana por cientos de visitantes.

El primer tramo nos conduce hasta Campillo de Adentro, y el asfalto está aceptable. Veremos desde la moto unas antiguas instalaciones militares de considerable tamaño y que hoy en día, tras ser rehabilitado, se explota como alojamiento rural. Es una forma de evitar que acabe en ruina y termine en el olvido. 

Rebasado el desvío hacia las instalaciones, la carretera empieza a perder calidad. A un lado de la carretera se pueden ver unos restos que corresponden a la Batería de Loma Larga. Seguimos ascendiendo. 

Las vistas son espectaculares, pero no se puede uno recrear mientras se conduce en zigzag sorteando socavones, con un ojo mirando el suelo y el otro hacia el frente para esquivar algún coche que pudiera venir de frente. Todo un reto para los músculos oculares. 

Llegamos al parking del complejo militar. Antiguamente se podía entrar hasta la misma entrada de la fortificación, sin embargo, hoy en día, debemos dejar los vehículos a unos 200 metros en uno de los dos aparcamientos de suelo de tierra uno de ellos muy desnivelado y bacheado.

A la llegada, nos reciben dos docenas de vehículos históricos. Casi todos antiguos SEAT 850 en todas sus variantes, 2 puertas, 4 puertas, coupé y descapotable. El mítico vehículo construido por el fabricante español bajo licencia de Fiat desde 1966 hasta 1974 y que se estrenó con un motor de 4 cilindros, 843 cc y 37 CV que le permitía alcanzar los 125 km/h.

Aparcamos las motos en el escaso hueco que encontramos al fondo de uno de los aparcamientos. 

Desde el aparcamiento se puede subir al cerro de la Picadura para llegar hasta la Batería del Atalayón, situado a 400 metros sobre el nivel del mar. Esta construcción forma parte del complejo militar del entorno, dando protección tanto a Castillitos como a Jorel. Se trata de una construcción de estilo Neoclásico y que el Ministerio de Defensa ha decidido olvidar y que el tiempo y la erosión lo borre del mapa desde que en 1993 se ordenó la Disolución de las instalaciones defensivas del Levante.

El calor es sofocante y nuestra vestimenta no invita a subir por el escarpado camino de tierra. Pero sí nos disponemos a completar la visita de Castillitos.

El camino peatonal que conduce desde el parking está arreglado y es agradable para caminar.

Llegamos a nuestro destino, la fortificación de Castillitos, de estilo medieval con cubos almenados torres, igualmente almenados y accesos con arco de medio punto. La construcción se encuentra incrustada en la montaña siendo imperceptible desde el mar. Las instalaciones albergan túneles y estancias que sirven como accesos y apoyo a las dos piezas de artillería ubicadas en la parte superior. Por debajo de éstas están los almacenes y los pasadizos, incluyendo una salida de emergencia que conduce a la ladera de la montaña.

Como todas las instalaciones del entorno, el cuidado de ésta es nulo. Lo mantiene en pie los muros de cemento armado.

Recorrimos los pasadizos hasta llegar a una entrada sellada por una puerta de madera con una abertura por la que nos podemos colar y acceder a los pisos inferiores de los imponentes Vickers de 381 mm, capaces de disparar proyectiles de 885kg a 35 km de distancia y cuyo cometido era proteger la base naval de Cartagena.

Nos colamos por los pasadizos cerrados, con mucho polvo en suspensión hasta llegar al subsuelo de uno de los cañones. Con la ayuda de las linternas de los móviles, empezamos a subir por las estrechas escaleras metálicas piso a piso hasta llegar a la misma cubierta del Vickers. Solo nos separa del exterior unos pocos centímetros de acero. El calor es sofocante, seguramente más de 50 grados. Desde el piso inmediatamente inferior a éste último, el cambio de temperatura es bestial. No queremos ni imaginarnos cómo será estar ahí dentro los calurosos días de verano con más de 40 grados en el exterior.

Salimos al exterior y subimos a la explanada que han arreglado un poco para acoger a los visitantes y donde se encuentran los imponentes cañones. 

Desde ahí se puede ver algo más abajo la batería de Jorel que aún conserva 3 de las 4 baterías Vickers de 152,4mm. Se encuentra igualmente en estado de abandono, pero no estamos para andar los 500 metros que separan ambas instalaciones con 30 grados. 

Nos deleitamos un rato con las vistas y deshacemos nuestro camino hasta nuestras monturas que esperaban impacientes en el aparcamiento.

Era de volver a casa, camino que haríamos por el Cedacero, una carretera muy revirada en la que cada fin de semana te cruzas con motoristas con sus RR y motores subidos de revoluciones y ciclistas subiendo las cuestas a una fracción de la velocidad de los anteriores. 


 

  • Batería de Castillitos
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