El día 10 de febrero de 1592, nacía en San Sebastián, Catalina de Erauso.
Nacida en un hogar de familia noble, que pretendió consagrarla a la vida religiosa, ingresó en un convento dominico siendo adolescente. Su afán aventurero hizo que se escapara en 1607.
Disfrazada de hombre, se enroló como grumete en un barco que partía rumbo a América. Una vez allí, se distinguió por su arrojo en la lucha contra los araucanos en Chile (uno de los episodios más destacados del proceso de conquista que siguió al descubrimiento de América), lo que le valió alcanzar el grado de alférez. Nadie descubrió que era una mujer hasta que, en 1624, ella misma lo confesó tras ser gravemente herida en un duelo. Enviada a España para su recuperación, Felipe IV recompensó sus valerosas acciones con una pensión y el papa Urbano VIII la recibió complacido.
Años más tarde regresó a América, adoptando de nuevo una identidad masculina, y desapareció al desembarcar en Veracruz.
Se publica una autobiografía titulada Historia de la Monja Alférez Doña Catalina de Erauso, y que algunos han considerado apócrifa, pues aunque está redactada en primera persona, existen errores respecto a las fechas que indica.