Francisco de Cuéllar. Con él empezó todo. Él fue el primero de los #exploradoresolvidados.
Todos conocéis a Francisco Cuéllar por el genial relato de Miquel Silvestre en "La Fuga del Naufrago". Todos sabéis, que tal día como hoy, 30 de mayo de 1588, y cito a Miquel Silvestre, "zarparon de Lisboa ciento treinta barcos que embarcaron casi treinta mil hombres. Aquello fue digno de verse pues jamás ningún país había organizado una fuerza naval de tan formidables dimensiones y potencia. Lo mejor de nuestro ejército y lo más selecto y arrojado de la nobleza iba en esos barcos."
El resto de aquel periplo ya lo conocéis y el que no, de verdad que merece la pena comprar el libro "Europa Nómada" que contiene el excelso relato, siguiendo los pasos de Cuéllar por Irlanda, en el que el autor va intercalando entre el viaje y la historia, fragmentos de la carta que el naufrago escribió a Felipe II en octubre de 1589 desde Flandes.
Yo vengo a contaros quién fue Francisco de Cuéllar antes y después de embarcarse en la "Felicíssima Armada", que no la Armada Invencible, que no es más que una burla de los ingleses y que hemos adoptado sin pudor.
Cuéllar siguió sirviendo como capitán de infantería después de llegar a Flandes huyendo de los británicos. De hecho, combatió en casi todos los conflictos bélicos de la época hasta finales de siglo.
Apenas se conoce nada de su infancia, ni siquiera se puede asegurar a ciencia cierta que haya nacido en Cuéllar. En la época en la que supuestamente nació, ya se estaba dejando de utilizar el apellido por el lugar de nacimiento, por lo que es una incógnita.
El 12 de marzo de 1562 fue bautizado un Francisco de Cuéllar en Valladolid, y que posteriormente fue capitán. Fue hijo de un abogado de la Real Chancillería vallisoletana llamado Pedro de Cuéllar y su madre Bernardina de Cavero, que fue criada de doña Ana de Mendoza de la Cerda, la princesa de Éboli. Parece ser que a través de ella, logró introducir a gran parte de sus familiares en la corte. Después de dejar de ser su criada, se fue a vivir a Extremadura con su hijo mayor. Podría ser que Francisco, el menor, también fuese con ellos y de allí se entendería algunas expresiones extremeñas y leonesas que emplea en el famoso documento "Carta de uno que fue en la Armada de Inglaterra y cuenta la jornada" que relata su fuga.
Aún así, esto no deja de ser una suposición, pues a día de hoy, no existen hechos que puedan dar seguridad de que se trate del mismo capitán.
Respecto a lo que sí se conoce de nuestro protagonista, cuya vida fue más apasionante si cabe, es que estuvo presente en la conquista de Portugal en 1581 y en la jornada de Felipe II en la que era reconocido rey del país vecino, siendo ésta su primera intervención como soldado a la edad de 19 años.
Posteriormente, el 25 de septiembre de ese año, zarpó desde Sanlúcar de Barrameda, en la expedición de Diego Flores de Valdés para poblar las villas del estrecho de Magallanes. Zarparon veintitrés naves y casi tres mil personas, entre ellos cuatrocientos soldados, siendo Cuéllar uno de ellos, que iba en la fragata Santa Catalina. Esta expedición sufrió numerosas tormentas y terminó en Brasil, donde combatió contra corsarios franceses en el Puerto de Paraíba. Finalmente llegó de vuelta a Sanlúcar el 7 de julio de 1584.
Desde entonces navegó y sirvió a las órdenes de Álvaro de Bazán y Guzmán, el ideólogo de la invasión de Inglaterra, hasta que éste murió en febrero de 1588.
Posteriormente, el día de nuestra efeméride, embarcó en "La Lavia" para combatir en Inglaterra pero que terminó como relata Miquel Silvestre, naufragando el 21 de septiembre de 1588 en las costas de Irlanda.
Tras su periplo por dicho país, llegó a Escocia, donde embarcó hacia Flandes. Sin embargo, el 22 de septiembre de 1589, tras un ataque de los holandeses, naufragaba en las costas de Dunquerque.
Desde 1589 estuvo en Flandes a las órdenes de Alejandro Farnesio, el Duque de Parma, con quien combatió en Francia durante la guerra de sucesión en apoyo de la Liga Católica, participando en la liberación de París. Luchó en el cerco de Laón entre 1592 y 1593 y en la expugnación de Corbel, al igual que en la toma de La Capelle a las órdenes del conde Pedro Ernesto de Mansfeld, militar y noble alemán al servicio de Felipe II y quien sucedió al conde de Parma como gobernador interino de los Países Bajos tras su muerte.
Tras la muerte de Mansfeld en 1595, pasó a servir a las órdenes del Conde de Fuentes de Valdepero, Pedro Enríquez de Guzmán de Acevedo y Toledo, quien asumió el gobierno de Flandes y con quien participó en los exitosos asedios de Châtelet, Doullens, Calais y Cambrai.
En mayo de 1596, y ya a las órdenes del archiduque Alberto VII de Austria, participó en el asedio de Ardres y posteriormente, en 1597, en la sangrienta toma de Hulst cerca de Amberes.
En el año 1600 estuvo en Nápoles, a las órdenes del Conde de Lemos, Fernando de Castro, combatiendo en la guerra de Piamonte y Saboya, no percibiendo salario por dicho cometido.
Idéntica situación salarial se dio en 1601 cuando servía como capitán de Infantería en un galeón de la flota de galeones de la armada en las islas de Barlovento (Antillas). En 1602 se puso a las órdenes del general Luis Fernández de Córdoba, de nuevo en una flota cuya tarea consistía en el transporte de plata desde las Américas.
Se sabe que en 1603 y 1604 estaba licenciado y vivía en Madrid, momento a partir del cual no hay constancia de su vida.