Tal día como hoy, el 20 de junio de 1545, Íñigo Ortiz de Retez, descubre y pone nombre a la isla de Nueva Guinea.
Íñigo nació en Retes de Llantero a principios del sigo XVI en el seno de una familia noble. La primera información que hay sobre él es su llegada al Nuevo Mundo en 1538 en la expedición de Pedro de Alvarado como gobernador de Guatemala.
Hacia 1541 formaba parte de un proyecto de Alvarado para armar una flota hacia las Molucas, sin embargo, la muerte del gobernador, frustró el proyecto.
En 1542 se retomó el proyecto con Ruy López de Villalobos al mando y el 1 de noviembre de ese año zarpaba desde puerto de Navidad (Jalisco) una flota de seis naos y 300 hombres.
La travesía hizo su primera escala en los atolones de los Corales y de los Jardines (islas Marshall). Una vez superado este punto, una tormenta separó la nao San Cristóbal del grupo, llegando ésta sola a las Filipinas.
Cuando llegaron a la isla de Mindanao, entonces se llamaba Cesárea Carola, en honor al emperador Carlos, desembarcaron para reparar las naves y abastecerse.Tras un mes, continuaron la ruta rumbo norte, pero los vientos no eran propicios y los arrastró hacia el sur hasta llegar a la isla de Sarangani, deshabitada por entonces. Los vientos no les ponía la situación sencilla y terminaron en Tidore, bajo dominio portugués. Villalobos llegó a un acuerdo con ellos y les permitió armar la nao San Juan para regresar a Nueva España en busca de auxilio.
Ortiz de Retez sería el encargado de comandar este barco, que era de la confianza del comandante. El 16 de mayo de 1545 partió rumbo a sur en busca de una corriente que les permitiese navegar en dirección a casa.
Hay que tener en cuenta, que por aquella fecha, el Océano Pacífico estaba por descubrir. Se sabía que navegando entre el paralelo 15 Norte y 15 Sur, era fácil llegar desde América a Asia, pero se desconocía cómo volver y buscar el camino de vuelta podía ser mortal. Hoy se sabe que que hay que subir hasta el paralelo 45 Norte o bajar hasta casi el Paralelo 50 Sur.
Íñigo navegó hacia el Sur pasando junto a las islas Talud, el archipiélago de la Schouten hasta que vieron en el horizonte unas montañas, hacia donde se dirigieron. De esta forma, el 20 de junio de 1545 arribaron a la desembocadura de un río al que llamaron San Agustín (hoy Mamberano), en cuyo estuario desembarcaron para coger agua. Ortíz de Retes, en nombre del Imperio Español, tomó posesión de dicha isla y la llamó Nueva Guinea, porque los aborígenes que allí habitaban eran de tez oscura y le recordó a los habitantes del país africano.
La imposibilidad de poder avanzar, y con vientos de Noroeste, les llevaron a numerosas islas volcánicas, a las que fueron poniendo nombre, como Magdalena, Gaspar Rico (en honor del piloto) y las Volcanes, un grupo de islas. Estuvieron mucho tiempo a merced de los vientos, que les impedía navegar hacia el Este, donde se encontraba el continente americano. Trazó un arco que le llevó a las islas Ninigo, al norte de Nueva Guinea, a la que llamaron isla de los Hombres Blancos, pues la tez de sus aborígenes era mucho más clara que la de sus vecinos neoguineanos.
Tras deambular por esas aguas hasta finales de agosto, no tuvo más remedio que retornar a Tidore, donde arribó el 3 de octubre de 1545, tras cuatro meses y 17 días deambulando por el Pacífico.
De las seis naos, sólo quedaban dos aptas para la navegación. Se vieron obligadas a malvender la nao Santiago para poder comer y pagar un humillante pasaje en embarcaciones portuguesas a través de aguas portuguesas por el Índico y el Atlántico.
Este viaje de retorno no fue fácil. Se alargó durante más de dos años de sufrimientos y miserias en Malaca y en Goa hasta que en 1548 desembarcaron en Lisboa.
No todos los oficiales de la expedición claudicaron ante tal humillación. Algunos prefirieron quedarse y morir con dignidad en las guarniciones portuguesas.
Existen dos versiones sobre el devenir de Ortiz de Retez. Según algunos, se quedó en Tidore y según García Escalante, el cronista de la expedición, se encontraba entre los que desembarcaron en Lisboa. En cualquier caso, nada se sabe de él a partir de 1548.
La dificultad que tenía Íñigo Ortiz de Retez para encontrar el tornaviaje era máximo. De hecho, se tardaría 20 años en encontrar las corrientes y los vientos que permitirían completar el viaje de ida y vuelta desde las Molucas a Nueva España.
