- Día 1.
Empiezo el viaje con mucha ilusión y no poco nerviosismo. Ha sido una etapa muy monótona por autovía, cansada, hasta llegar a Málaga para coger el ferry ya de noche.
- Día 2.
Amanezco en Marruecos, África. Decido pasar la frontera cuando todavía no hay luz, ya que he quedado con un amigo, Aissa en Nador para desayunar. Al final del día llego a Midelt.
- Día 3.
Empiezo el día con retraso. No he escuchado el despertador, despertándome casi a las 9 de la mañana. Para colmo con las prisas se me rompe un cable de las botas, aunque siguen agarrando. Según desayuno enfilo la carretera para Merzouga. Me sorprende que en esta época del año no haga tanto frío como esperaba. Cruzando el atlas apenas no baja de 1,5°C.
Las vistas se empiezan a poner interesantes. Visito la carcel portuguesa. Impresionante el lugar. Al llegar a la cima sufro una pequeña caída de la moto, sin importancia. Las vistas desde allí son increíbles.
Al final del día llego a Merzouga, donde me espera Mustafa para llevarme en su quad a la gran duna y hacer noche allí. Fue toda una experiencia.
- Día 4.
De camino a Tagounite, veo a lo lejos un niño que corre como alma que lleva el diablo haciéndome señas para que pare.
Está sediento y quiere agua, por lo que no dudo en darle una botella.
Prosigo la marcha siguiendo el cauce del río Draa, llevándome una sorpresa cuando al llegar a Tansikhte, veo que está completamente seco. Mas tarde me enteraré que la culpa la tiene la construcción de una gran presa en Uazarzat.
Lo que no sobran son palmeras. Hay kilómetros y kilómetros de ellas por todo su cauce.
Ultimando el día llego por fin a casa Juan, y sobre todo gracias las indicaciones de una docena de niños que al verme me acompañaron hasta allí, ya que no es fácil llegar.
- Día 5.
He pasado una noche increíble en Casa juan. Son de esos lugares que te enganchan, no te dejan ir. Se respira una paz allí.. Juan ha hecho un buen trabajo allí, realmente bueno. ¡Tengo la casa para mi solo!
Empieza lo interesante. Enfilo la pista que sale desde Tagounite hasta llegar, no sim sudar la gota gorda, al Oasis Sagrado.
Ha sido agotador cruzar los ríos de arena. Pero después de todo conseguí llegar.
Las vistas aquí, son como si estuvieras en Kenia. No tengo palabras para describir tanta belleza en la nada.
Una vez que monto mi tienda de campaña, me siento por fin a cenar. ¡Que alivio!.
!Ha merecido la pena llegar hasta aquí!.
Viendo el cielo, me empieza a brotar un sentimiento de alegría y tristeza a la vez, cuanto me gustaría que mi hijo estuviera aquí conmigo y poder ver con sus propios ojos lo que estoy viendo ahora en el firmamento, le hecho tanto de menos... Este lugar es mágico por la noche.
- Día 6:
Me despierto según amanece en Oasis Sagrado por el cacareo de un gallo que escucho en la lejanía. No he dormido mal la verdad para estar en una tienda de campaña. Apenas se escucha nada, que paz. Recojo los bártulos y desayuno una barrita de proteínas con un café.
- Día 7:
Lo que parecía una agradable día, luego se convirtió en una autentica pesadilla. Arena, arena y mas arena. Miraras por donde miraras solo veía arena. Estuve perdido en mitad de no se donde, la moto no hacía mas que encallarse por su gran peso, y no hacía mas que repetir la misma operación, quitar maletas, avanzar unos pocos metros, poner maletas y volver a quedarse atrapada. Hubo un momento que salió humo del interior de la moto, temí lo peor, al final no ocurrió nada, menos mal, una avería aquí, no me quiero ni imaginar lo que hubiera sido.
Hacía mucho calor a pleno sol. Veía que me quedaba sin agua, empapado de sudor, literalmente. Cuando estuve a punto de tirar la toalla al estar agotado, decidí volver sobre mis pasos hasta conseguir pisar tierra firme. Acto seguido busqué la casa de un pastor hasta que di con ella, y me proporcionó el ansiado líquido, 2 litros de agua. Gracias a el puede localizar la "mejor ruta" para proseguir el camino y dejar el maldito océano de arena que tantos problemas me dio. Pues no bastaba con esto, cuando estoy a punto de llegar a lago Iriki, me topo con unos metros de enormes piedras que me dificultan enormemente la marcha. Moto al suelo, por lo que se repite la misma operación.
Al conseguir dejar ese tramo, pregunto a un lugareño la entrada a lago Iriki porque no daba con ello, pero después de todo,
por fin!, llego a mi destino. Después de tanto sufrimiento estos dos días desde que salí de Casa juan, pensé que no lo lograría. Pero aquí estoy, ! Lo que conseguido!. Miquel ahora se lo que tuviste que sentir aquí.
Son ya muchos días sin ver a mi hijo,
Joel te echo tanto de menos..Tu eres el que me diste fuerza cuando perdí toda esperanza. Ya queda menos para volver a casa. Esto te lo dedico, te quiere Papá.
- Día 8.
Amanece un día precioso en lago Iriki, que calma se respira. Después de recoger todo y comer el desayuno que me ha preparado Bachir, salgo dirección Fium Zguid. Aunque no es el calvario sufrido días atrás, quedan aun 70 kilómetros por recorrer hasta llegar a la civilización, que consiguen moler mis pies al estar el terreno con mucha piedra y taqueado, motivo por el que también se ralentiza mi marcha.
Cuando por fin diviso a lo lejos la ciudad, veo que vuelvo a tener cobertura telefónica, después de dos días incomunicado. De repente me percato que mi mochila con toda la ropa no está. Por lo que me toca volver a buscarla, localizándola 15 km atrás.
Después del contratiempo sufrido, llego a mi destino final del día, el Hara Oasis, donde me tomo merecido descanso con una buena ducha de agua caliente.
- Etapa Final.
Me hago el remolón el la cama, hoy no me apetece hacer deporte, me pide el cuerpo un poco de tregua después de todo lo vivido. La verdad que ha merecido la pena. Me siento orgulloso de lo logrado.
Hoy tengo que llegar a Marrakech y siento que esto se acaba.
Después de darme un buen homenaje en Hara Oasis, emprendo la marcha pasando por Uazarzat. Como no me dejan meter la moto hasta la mezquita decido proseguir . Es una ciudad, bonita, pero la veo demasiado artificial por la industria del cine.
Empiezo ya a notar los días fuera de casa, y el trayecto hasta Marrakesch se hace un poco pesado una vez que abandono la zona montañosa.
Acostumbrado estos días a estar prácticamente solo, al ver el bullicio de Marrakech, me agobia un poco. Me hago las fotos de rigor en la mezquita y me dirijo al hotel para ducharme ya que quiero visitar la plaza de Jemâa el-fna. Al llegar veo un hervidero de gente que sorprende. Hay tantos caos pero con un orden concreto. Buceo en sus callejones y ceno pizza, tenía antojo ya, donde estuvo Miquel, el Café París. La verdad que las vista desde aquí son increíbles.
Mañana toca volver a casa, tengo ganas ya de ver a mi pequeñín.
Gracias por todo vuestro apoyo y en especial a Miquel por darnos tanto.
