2ª RUTA SILVER READER MOTOCLUB
DELEGACION DE GRANADA
Con puntualidad granaína nos juntamos el pasado día 4 de junio algunos que gozábamos de permiso para disfrutar la que sería nuestra segunda ruta del Motoclub, que nos llevaría a visitar algunas ruinas y castillos cercanos de nuestro entorno. Algunos ya lo habíamos empezado a gestionar nada más acabar nuestra primera, la del día diez de abril, ansiosos y a la espera de ver la convocatoria en el grupo del "güasá". Esto está tomando cuerpo poco a poco.
En el punto de encuentro coincidimos con “todas” las Harley-Davidson de Graná. Sin embargo, no costaría diferenciar nuestro rinconcito con las mejores cinco motos de la región, las nuestras, que estarían para la ocasión del día abanderadas por “la Romi”.
A la hora convenida, ni muy temprano ni muy tarde, iniciamos la ruta programada y calculada por Luis y Antonio Jesús, que encabezaban el grupo, seguidos por Agustín, Juanra y Pepe, con Antonio Romero y su Romi cerrando el grupo.
Bordeando Sierra Elvira dejamos atrás Pinos Puente para dirigirnos a Moclín por una carretera preciosa que, antes de llegar y desde el anchurón de una curva que aprovechamos para hacer las primeras fotos del día, nos enseñó entre pinos las ruinas de su castillo.
Muy cerca, y afrontando una pequeña subida de tierra, aparcamos las motos para visitar a pie las ruinas de unas trincheras que sirvieron, por decir algo, en la Guerra Civil. Pudimos aprovechar la parada para disfrutar, cual alumnos aventajados, del fondo cultural que atesora Antonio Romero mientras nos contaba algunos acontecimientos históricos de la zona si no poco conocidos, al menos curiosos.
Reiniciada la ruta llegamos a la segunda parada más importante del día: la visita guiada al Castillo de Íllora, donde nos esperaba Juan Peña para enseñarnos lo más destacable del mismo y contarnos algunos pormenores de su restauración, historia y del papel que jugó en la zona, así como el renombre de algunos ilustres famosos que han disfrutado del entorno de este pueblo.
Antes de proseguir fuimos capaces de acabar con todas las cervezas 0,0% de que disponía el pequeño bar que había, casualmente, justo en la plaza donde habíamos aparcado nuestras motos. Ya en petit comité, sin el ilustrador Juan Peña, el refrigerio dio pie a que pudiéramos debatir sobre los modos de restauración, preservación y empleo de recursos sobre nuestro patrimonio histórico, y de algún chascarrillo referente a las realezas británicas y tal.
Continuamos felices, contentos y con la garganta fresca en busca de Montefrío, donde aprovecharemos el “viewpoint” de National Geografic, que ha catalogado el pueblo como uno de los diez con las mejores vistas del mundo, para inmortalizar nuestro paso por la localidad con el fondo de la iglesia de la villa y su castillo en un lado y la iglesia de la Encarnación con su cúpula de 30 metros de diámetro y 15 de alto al otro lado.
Era la hora de continuar en busca de la parada más importante del día: la de sentarnos sin los cascos ni los guantes alrededor de una mesa y comentar los pormenores de la jornada, que iban sobre ruedas, cerveza en mano. En una pequeña localidad de la provincia se encuentra uno de los bares más recomendables para un grupo como el nuestro. El Turro se llama el pueblecito, y bar El Cachos, donde nos atendió espectacularmente Manolo. Las sobremesas, si se las deja, hacen que llegues tarde a cualquier sitio. Así es que conseguimos poner los motores en marcha a tiempo y continuar con nuestra ruta que nos llevaría por el Embalse de los Bermejales, al que accedimos por una carretera muy entretenida, a las inmediaciones ya de la capital.
En su entrada nos despedimos todos hasta la próxima y algunos hasta unas horas más tarde que, en compañía ya de “nuestra costilla”, empezaríamos ya a gestionar los permisos para la siguiente, dar cuenta de la gastronomía nocturna de la ciudad y emplazarnos a la próxima. Que no tardará....