25/03/2023
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El pasado sábado 25 de marzo partimos, en dos grupos, un total de 12 motos hacia Villena para reunirnos al pie del primero de los siete castillos que pertenecieron al marquesado y que nos proponíamos visitar en una ruta gastronómica-cultural-paisajística de dos días de duración, tres provincias y casi 700 Km. Nos pudimos juntar compañeros de Palma de Mallorca, Murcia, Cádiz, Málaga y, por supuesto, Albacete. Un  conjunto de personas de los buenos de verdad.

            En el grupo que partió de Albacete tuvimos un pequeño incidente pues, a la altura de Almansa, una de las monturas dijo: “hasta aquí hemos llegado”, y, en efecto, allí se quedó, con su piloto esperando a la grúa.

            Los castillos que íbamos a visitar apenas tienen interés en sus respectivos interiores: algunos permanecen cerrados, otros en restauración y alguno ha transformado sus dependencias en espacios municipales para usos diversos tipo congresos, reuniones, etc. Tan sólo el último, en Belmonte, tiene bien estructurada la visita. Pero lo que sí es denominador común de todos ellos, y en eso centramos nuestro objetivo, es en los paisajes donde se ubican y las impresionantes vistas que desde ellos tenemos.

            Tras las fotos de rigor y de interesarnos por el compañero que se quedó en Almansa (el cual nos confirmó que una vez la moto en el taller cogería su coche y nos acompañaría en todo lo programado) repostamos y partimos, por carreteras de interior,  hacia el castillo siguiente: Almansa, parando antes en Corral Rubio donde hicimos una pequeña parada táctica de avituallamiento. 

            Fotos y camino de Chinchilla de Montearagón, desde cuyo castillo se tiene una visión de la llanura manchega que abarca Albacete, La Gineta y, en días claros, hasta La Roda (a unos 70Km.), y que resulta impresionante.

            Y desde Chinchilla el tramo más espectacular del día hasta Alcalá del Júcar. Lo hicimos hasta Valdeganga, donde comenzamos a introducirnos en el cañón del Júcar y, pasando por Alcozarejos, llegamos al fondo del mismo para pasar por Cubas, pequeño pueblo de una sola calle (la propia carretera) cuyas casas y su iglesia (con cúpula de tejas de barro esmaltado, muy al estilo levantino) están escavadas en la pared de la montaña, al otro lado de la carretera pequeñas huertas de sus vecinos, el río y la otra pared del cañón.

            Serpenteando siguiendo el curso del río pasamos por La Recueja y llegamos a Alcalá, uno de los pueblos más bonitos de España según una encuesta popular. Nos desviamos a un pequeño mirador desde el que se ve el pueblo desparramado por la pared montañosa como si fuera un Belén y dominado por su castillo y su iglesia. Después de las fotos tomamos las motos y subimos, por una carretera de unos 4 Km. tipo puerto del Estelvio (sólo que mucho más modesto) hasta el restaurante “El Mirador” donde nos esperaba el motero-cochero y dónde comimos. La vista espectacular, con todo el pueblo por debajo de nuestro nivel y delante de nosotros.

            Tras la comida un compañero de Mallorca nos abandonó porque tenía que embarcar desde Valencia, y el resto nos dirigimos a Albacete para alojarnos y, tras ducha, paseo y descanso, acudir al restaurante donde nos tenían preparada una cena maridaje con caldos de la zona. Paseo, cubatas, etc. y a dormir para afrontar el segundo día con una hora menos de sueño por el cambio al horario de verano.

            Y el domingo partimos hacia tierras de Cuenca, todos  menos los compañeros de Cádiz, que tenían un largo trecho hasta casa, atravesando la comarca de la Manchuela, famosa por sus vinos, sobre todo los que se elaboran con uva Bobal de cepas viejas.

            Hacía bastante viento, sobre todo en el tramo desde Montilla del Palancar hasta Alarcón. Al llegar paramos a hacer fotos en un mirador natural que permite observar el pueblo amurallado presidido por su castillo, las diferentes torres vigías de alrededor y la cola del pantano. Nos adentramos intramuros para tomar un café en la cafetería del castillo, que hoy es un magnífico parador de turismo.

            Tras el descanso continuamos hasta Garcimuñoz, cuyo castillo ha sido parcialmente restaurado y, aunque no puede visitarse, se puede ver desde el exterior lo que se está haciendo, que es realmente una auténtica barbaridad, al estilo de la famosa pintura del Ecce Homo de Borja, pero, suponemos, con un criterio arquitectónico aprobado en algún concurso municipal: elementos de colorines que pretenden ser ultramodernos y que le pegan al castillo como a un Santo Cristo un par de revólveres al cinto.

            Y concluimos nuestro periplo con el último castillo, el de Belmonte, este sí debidamente acondicionado y dotado de audioguías, merchandising, y esas cosas (precio de la entrada 10€) y cuya propiedad es de la familia Fitz-James Stuart, la cual quiere hacer del recinto un espacio rentable, ofreciendo espectáculos como torneos, exposición de máquinas de asalto medievales, etc. Antes de hacernos la foto de rigor comimos en un restaurante que nos había recomendado una persona del equipo de promoción turística del castillo, bastante bien por cierto. Y tras la dicha foto nos despedimos y cada cual tomó la dirección para su casa.

            Decir, para terminar, que fueron dos días de camaradería, de buen ambiente y con un tiempo magnífico que nos dejó un gran sabor de boca y el deseo de hacer, más pronto que tarde, nuevas rutas con los amigos.

  • Ruta por los castillos del Marquesado de Villena
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