29/10/2022
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             Tartessos 2022

Por Sergio González Naranjo

Una vez pasada la euforia de los primeros días, ante las impresiones que manifestaron los participantes, finalizadas las jornadas de convivencia, me dispongo a describir, desde mi punto de vista –el del organizador– cómo se desarrollaron las mismas, con sus virtudes y sus defectos.

¿Qué significa Tartessos?

Tartessos, como civilización, se desarrolló en el cuadrante suroccidental de la Península Ibérica, hace algo más de dos mil quinientos años. Tomó su nombre de la antigua denominación del actual río Guadalquivir, cauce desde donde se extendió a las tierras limítrofes. A través de este, llegaron fenicios y griegos con el fin de expandir su comercio así como gestionar materias primas como el oro, la plata y el cobre desde su lugar de extracción, llegando incluso a explotar la actividad minera en origen. 

De su nacimiento como tal, realmente poco se sabe. Puede que fuese una evolución de la forma de vida céltica, con poblaciones muy pequeñas y dispersas que, principalmente, vivían de la agricultura y la ganadería, a la que sumaron, en una evolución de su cultura, la extracción de metales con los que, posteriormente, desarrollaron un tipo de artesanía en el ámbito del metal, específico de esta civilización.

Como dijimos anteriormente, fenicios y griegos llegaron para quedarse, pero también para mezclarse con la población autóctona de aquel entonces, experimentando esta una evolución en sus formas de asentamiento, hasta entonces desconocidas. Se centralizaron en urbes donde aprendieron y desarrollaron el arte de la alfarería. En el ámbito de la agricultura, los fenicios aportaron la vid, siendo este un cambio verdaderamente significativo para su economía, anteriormente basada en poco más que el autoconsumo. 

Para no extenderme más, os diré que el gran atractivo de esta civilización es precisamente eso, que no está absolutamente diáfano cómo existió, que aún a día de hoy, los historiadores especialistas en la materia no llegan a un consenso ni por cómo se desarrolló pero, sobre todo, por cómo desapareció, allá sobre el siglo V a. C.

Qué causas motivaron su borrado de la Historia, por qué apenas dejó huella, y si las hubo, por qué las siguientes civilizaciones que ocuparon los mismos lugares no conservaron apenas nada de los tartesios y de lo que un día fue un reino importante a este lado de la tierra conocida, en aquel entonces.

Qué duda cabe que, sin recursos económicos, las investigaciones al respecto pueden tardar siglos en aclarar cómo fue y qué ocurrió. Tenemos una franja de terreno en Huelva que está aún por descubrir en muchos ámbitos, y el histórico es uno de ellos. Teniendo en cuenta el número de vestigios localizados, queda un mundo por delante.  

Centrándonos ya en lo que fue nuestra reunión de amigos, Tartessos 2022, se fraguó tiempo ha, como evento del Motoclub a nivel nacional. Por diversos motivos laborales y personales, no pudimos organizarlo como en un principio se planteó. Tuvimos que eliminar los tramos específicos trail, en el que pusimos especial mimo, ya que sabíamos que era una de las grandes bazas para enganchar al más osado motorista. Como no hay mal que por bien no venga, de todo lo planificado nace Tartessos Trail 2023, del que tendréis noticias en los próximos meses.

Al turrón. La agenda del presi es apretada, eso es público y notorio, y el don de la omnipresencia está solo reservado para determinados entes, y quisimos mantener el evento, en la medida de lo posible, reduciendo su envergadura para que los que se acercaran, pudiesen socializar de un modo aún más cercano si cabe, o para que aquellos invitados que los socios aportaran tuvieran, de primera mano, su propia experiencia con respecto al Motoclub. 

Como fin del mismo, nos propusimos que fuese una verdadera experiencia a jornada completa entre auténticos motoristas y que, a través de la convivencia directa entre sus participantes, todo fluyese por sí solo, como así sucedió.

A petición de un número importante de socios que residían lejos del lugar donde se celebraba, se decidió dividir las jornadas en dos días, para que todo el que quisiera, pudiera disfrutar de uno o dos de los días planificados.

 

Sábado 29. Primer día de convivencia.- 

El sábado centramos el rutómetro en las comarcas de la Cuenca Minera y El Andévalo, esta última muy poco conocida pero con gran atractivo para aquellos viajeros en moto que buscan carreteras perdidas, lejos de absolutamente todo, sin apenas tráfico rodado y con un asfalto más que aceptable para los tiempos que corren en las zonas fronterizas. Una verdadera incursión en la España vaciada, término tan concienzudamente puesto de moda y que, en ocasiones, se queda irremediablemente corto.

Nos detuvimos en el mirador de la Corta Minera, en Minas de Riotinto, como primera parada de las planificadas. El grueso del grupo pero, en particular los que no sabían de su existencia, pudieron observar, no sin asombro, cómo la actividad minera avanza hasta el mismísimo corazón de la Tierra, en un despliegue de medios sin parangón. No es casual que sea una de las mayores explotaciones mineras a cielo abierto del mundo. El número de toneladas de mineral extraído y la calidad de este, marcan la pauta en todos los sentidos, a nivel mundial.

Como no sabíamos si era la hora del café o de la cerveza, decidimos parar la caravana motociclista en el restaurante Época. Allí pudimos conversar con Carmelo Rufo, su propietario, persona curtida en mil batallas que, además de haber publicado dos libros, se le da fenomenalmente bien organizar eventos y concentraciones de motos en la zona.

Seguidamente nos dirigimos a la localidad de Sotiel-Coronada, concretamente a la Ermita de la Virgen de España del siglo IV, segundo templo cristiano más antiguo de España. El primero es la Basílica del Pilar. En la Ermita, estudios arqueológicos recientes creen tener suficiente peso para localizar los restos del último rey visigodo en la Península, Don Rodrigo. Una lápida en el alpende de la ermita, que parece ser que desapareció durante la Guerra Civil, advierte a los visitantes acerca de la existencia de los referidos restos: Hic requiesctie Rudericus rex gothorum (Aquí yace Rodrigo, rey de los godos). Aclarar que las referidas investigaciones siguen en estudio, habiendo otras localizaciones tanto a nivel nacional como internacional: Salamanca, en la Sierra de Francia y Viseu, en Portugal, que reclaman para sí ser la tierra donde descansa Rudericus.

Una vez estiradas las piernas el tiempo suficiente, nos dispusimos a volver al track buscando ese restaurante fronterizo donde la comida es una mezcla de gastronomía “huelvana” y “alentejana”, el Hostal Restaurante Paymogo, ubicado en la localidad del mismo nombre, donde Isa, su propietaria, nos esperaba ya con la mesa puesta.

Sin prisa pero sin pausa, terminada la recarga de estómagos, nos adentramos en Portugal, a través del Bajo Alentejo, circulando por la nada más remota Raya portuguesa.

Llegamos a la localidad de Mértola, donde pudimos disfrutar desde el mirador del río Guadiana de sus bellas vistas como si de una postal se tratase, destacando su recinto amurallado y su espectacular castillo, que formaba parte de la línea defensiva lusitana. 

Al dejar Mértola atrás, se nos quedó un cierto sabor amargo, ya que desde ese mismo punto se accede a una zona espectacular en el corazón de Portugal, el Valle do Guadiana. Lo dejaremos para visitas posteriores de amigos del Motoclub. Estoy absolutamente convencido que las habrá.

Continuamos modificando la ruta sobre la marcha. Comencé a ver caras de cansancio y ese no había de ser un motivo que hubiera que pasar por alto. Decidimos acortar el track para evitar uno de los grandes peligros para todo motorista: la fauna silvestre. Eran los primeros compases de la temporada de caza y nunca hay que subestimar la posibilidad de sufrir un accidente de circulación por atropello de una especie cinegética, especialmente las de caza mayor, por su considerable tamaño y peso. En la zona son muy numerosas por lo abrupto del terreno y por la protección que les ofrece este hábitat.

Como dijimos anteriormente, modificamos el track sobre la marcha, teniendo como objetivo principal evitar la circulación de un grupo tan numeroso en condiciones de poca visibilidad.

Recorrimos durante la tarde parte de uno de los mayores parques eólicos de Europa occidental, cruzando las localidades de El Granado, Villanueva de los Castillejos, Puebla de Guzmán y Tharsis, esta última famosa por su actividad minera desde tiempos pretéritos al Imperio Romano.

Volvimos a adentrarnos en la Sierra por una de sus puertas más espectaculares: Cabezas Rubias, localidad donde reside el autor de estas líneas. Teníamos prevista una parada en el mirador de El Molino de la Divisa para que nuestro camarógrafo habitual, Luca di Vincenzo, nos deleitara con esas magníficas tomas que realiza habitualmente, a vista de dron, pero hubo que desistir en pro de la seguridad del grupo. Atardecer, motos, animales, cansancio acumulado, ya sabéis, muy mala combinación.

Desde Cabezas Rubias hasta Fuenteheridos existe, para mí, uno de los mejores tramos por carretera que un motorista puede realizar en España. Teniendo en cuenta que la Península es uno de los paraísos motociclistas sin riesgo a defraudar a nadie y conociendo el catálogo de paisajes y carreteras tan variopintas y vistosas que hay, esto es decir mucho.

Llegamos a San Telmo, pueblo que conoció mejores tiempos dentro de la actividad minera, para proseguir hasta Valdelamusa. En su término municipal se desarrolla una de las mayores explotaciones mineras del mundo, Aguasteñidas.

Desde allí, nos desviamos hasta la aldea de Gil Márquez, situada en un enclave natural precioso de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Proseguimos hasta Almonaster la Real, una de las joyas de toda la provincia. Un paso obligado para viajeros que quieran aproximarse a conocer lo que un día fue un ejemplo de convivencia entre personas con diferente religión. Su castillo-mezquita del siglo IX, majestuoso, nos dio la bienvenida, sobresaliendo entre alcornocales, situado arriba, en su atalaya, impertérrito, como si el implacable señor del tiempo cronológico no hubiera siquiera intentado acabar con él ni con sus ganas de seguir siendo santo y seña de la localidad.

Pero había que seguir avanzando, dejándolo atrás, no sin antes prometer un paso más detenido en una próxima visita. 

Ya sí nos dirigimos a nuestro campo base, cruzando el Puerto de Alájar, para llegar finalmente al camping “El Madroñal”, aunque se podría haber llamado perfectamente “El Castañar”, ya que estaba plagado de castaños, cargados y listos para el comienzo de la temporada de la castaña, muy famosa por estos lares.

Una vez allí, después de un día como aquel, todo fue dejarse llevar…

 

30 de octubre, segundo día de convivencia.-

Durante la noche del sábado al domingo, como si lo hubiésemos pedido a la carta, las precipitaciones en forma de agua contribuyeron a que el paisaje durante la ruta fuese de un color OTOÑO MONTAÑA de los de libro.

Recorrimos la zona norte de la provincia en el que el grupo pudo disfrutar sin duda de unas carreteras que ocultan los paisajes en el que se enclavan auténticos vergeles.

Seguimos dirección Arroyomolinos, Hinojales, Cortelazor para continuar hasta la primera parada técnica de la jornada: Jamones La Joya. Elegimos parar allí porque su propietario es un fiel seguidor de Miquel y de toda su carrera, además de un afamado coleccionista de motos clásicas con sidecar. No diré el número de motos que me confesó tener por no causarle un verdadero problema en su casa.

Como iba diciendo, allí tomamos alguna que otra “birra” 0,0%, acompañada por un excelente plato de jamón ibérico.

No nos dejamos llevar por la gula ya que, desde all, iniciamos ruta hasta el lugar que había seleccionado nuestro amigo y socio del Motoclub, el señor Eduardo, para comer ese día.

Seguimos por la N433, cruzando El Repilado, Cortegana, y dejando Aroche a nuestra izquierda, para encarar la famosa carretera de La Contienda, llamada así por ser una zona fronteriza con Portugal, donde se desarrollaron decenas de luchas entre ambos reinos a lo largo de los tiempos, para conseguir el control de la misma.

Carretera de media montaña, muy sinuosa y con muy buen asfalto. Fácilmente pueden sobrevolarte a escasos metros de tu cabeza decenas de buitres mientras la recorres, como así sucedió. Un espectáculo con mayúsculas.

Mayor peligro con cérvidos, ya que es uno de los puntos con mayor número de atropello de fauna salvaje a nivel nacional. 

Sin ningún percance, completamos el tramo, dejando el Bajo Alentejo a nuestra izquierda sentido Norte, concretamente a la altura de la localidad de Barrancos, para enfilar la subida en grupo hasta Encinasola, donde se sitúa el Hotel Rincón del Abade, lugar donde se desarrolló el “papeo” del segundo día. 

Se nos echó encima el tiempo, como consecuencia del cambio horario que se llevó a cabo la madrugada anterior. Para muchos, tras la comida, ese fue su último punto de paso del fin de semana dentro del evento, ya que tenían que regresar a casa, provenientes de localidades muy lejanas, para las horas de media tarde que ya eran. 

El grueso del grupo, con una hora menos de luz, decidió regresar “culebreando” más si cabe, desde Encinasola, La Nava, Jabugo, El Castaño del Robledo hasta el Mirador del Puerto de Alajar, lugar donde esta vez con luz, hicimos foto grupal con “los últimos supervivientes” y concluir de este modo un magnífico fin de semana, cultivando amistades.

La barbacoa, acabar con las existencias de determinados productos del bar del camping, etcétera, quedará archivado en nuestra conciencia bajo un estricto secreto de sumario del motorista.

Los paisajes, las carreteras, los ágapes… claro que son importantes en cualquier salida que se precie, pero la complicidad que pude presenciar entre todos los integrantes del grupo fue lo que realmente me llenó a título personal. Para mí, el objetivo había sido cumplido con creces. Por eso añadimos a la denominación del evento “jornadas de convivencia”, para que además de rodar, pudiéramos conocernos mucho mejor, tanto en el plano personal como en lo social.

Para finalizar, quiero agradecer a mi buen amigo Eduardo, que me ayudase en todo momento durante el fin de semana, así como el haberse “currado” toda la organización del segundo día con la máxima ilusión.

A los que tuvisteis a bien venir a mi casa, daros las gracias por haber contribuido con vuestra presencia en algo muy difícil de conseguir: generar felicidad.

 

Nos vemos en Tartessos 2023

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