Mientras la borrasca “Mónica” cubre de agua y nieve la mayor parte de España, en la Delegación de Valencia y Castellón nos preparamos para disfrutar de una matinal recorriendo parte de la Sierra Martés y terminando con una visita cultural, con degustación incluida, a la Bodega Sierra Norte. Esta bodega produce, entre otros, los vinos de la gama “Cerro BERCIAL” dentro de la Denominación de Origen Utiel-Requena.
Durante los días previos hemos estado pendientes de la climatología, pero afortunadamente, si el pronóstico se cumple, tendremos unas nubes que dejarán lluvia mientras estamos refugiados disfrutando de la cata organizada junto a la degustación de quesos y embutidos de la zona.
El día ha amanecido cubierto, pero pronto aparecen los primeros rayos de sol y, entre nubes y claros, estamos recorriendo los primeros kilómetros que nos van llevando a circular por el entorno de la Hoya de Buñol. Esta zona se caracteriza por ser un entorno montañoso, hogareño y con encantadores pueblos: Buñol, Alborache, Yátova y Macastre.
La carretera es estrecha y sinuosa cuando recorremos la comarca y la Sierra Martés, devastada por el importante incendio del verano de 2012. Mientras la vegetación intenta cubrir de nuevo el terreno arrasado, pequeñas áreas de pino carrasco, aliagas, romero y algunas encinas crecen en las zonas mejor conservadas.
Después de nuestra parada para disfrutar del ritual del “esmorzaret”, nos dirigimos ya por terrenos llanos donde podemos observar a ambos lados de la carretera los campos de cultivo de vid que han finalizado los meses de reposo de invierno y pronto las viñas comenzaran a llorar de alegría con la llegada del buen tiempo. El lloro forma parte del ciclo vegetativo de la viña. Este fenómeno de produce cuando asciende la temperatura del suelo y las raíces lo notan (en torno a diez grados), momento en el cual la savia de la planta comienza a circular por ella. El aumento de las temperaturas supone la activación del sistema radicular de la planta y su respiración celular. Las gotas (mezcla de sustancias vegetales) que vemos funcionan como un mecanismo de la planta con la que curar sus heridas, cicatrizando las ramas podadas y protegiéndolas de las plagas externas. En este momento la savia comienza a circular por los sarmientos. La viña se prepara para brotar, florecer y transformar sus flores en uva. Esta uva será la base, la materia prima por excelencia del vino.
Hablar hoy, en el siglo XXI, del vino, es entrar en el universo de la gastronomía, convertida en uno de los principales placeres que el ser humano moderno puede alcanzar. Así pues, si la gastronomía es una moda/realidad actual, el vino ha estado siempre presente en la cultura mediterránea como un elemento integrador de la sociedad, públicamente ligado a nuestra manera de entender la vida.
Son infinidad los autores que en todas las épocas ha recurrido al mundo del vino y sus consecuencias, bien sea como pieza esencial de la trama, como excusa o como adorno. ¿Por qué los escritores recurren tan a menudo al mundo del vino?, pues sin duda alguna porque el vino forma parte de la cultura de un gran sector de la humanidad y de su propia vida.
Ya en La Biblia son innumerables las referencias al vino y su importancia, destacando El Evangelio de Juan (2, 1-11) en el que se narra el primer milagro de Jesús en las bodas de Caná donde convierte unas tinajas de barro llenas de agua en vino para servir a los invitados.
En la Edad Media son los clérigos quien hacen mención a los efectos del consumo del vino en Milagros de Nuestra Señora (Gonzalo de Berceo) y Libro del Buen Amor (Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita). En El cantar de Mío Cid, como no podía ser menos, existen también varias menciones al vino. Quién sabe si nuestro compañero Raúl Cutanda nos tendrá preparada alguna sorpresa durante el mes de septiembre cuando se disfrute de la ruta mototurística del Camino del Cid.
Entramos en la Edad Moderna y el bachiller Fernando de Rojas, en su celebérrima Tragicomedia de Calixto y Melibea, más conocida como La Celestina, escribe el más completo ditirambo al vino de nuestra literatura. Durante una conversación con los clientes sobre el vino, la Celestina manifiesta:
“… de noche en invierno no hay otro escallentador de cama. Con dos jarrillos destos que beva, quando me quiero acostar, no siento frío en toda la noche; esto me callenta la sangre; esto me sostiene continuo en un ser; esto me face andar siempre alegre; …esto quita la tristeza del coraçón, más que el oro y el coral; esto da esfuerzo al moço e al viejo fuerça; pone color al descolorido y coraje al cobarde…”
El Lazarillo de Tormes, primera novela picaresca de la literatura española e iniciadora del género es, en definitiva, un documento más de la cultura mediterránea del vino.
En el Siglo de Oro son innumerables los autores que en sus obras nombraron al vino: Tirso de Molina (Gabriel Téllez), Lope de Vega, Francisco de Quevedo, Luis de Góngora…..
No podíamos dejar de hablar del Quijote (Miguel de Cervantes), donde en su obra se menciona al vino en multitud de ocasiones:
“Que me maten –dijo a esta sazón el ventero- si don Quijote o don diablo, no ha dado alguna cuchillada en alguno de los cueros de vino tinto que a su cabecera estaban llenos, y el vino derramado debe ser lo que le parece sangre a este buen hombre.”… “Y había dado tantas cuchilladas en los cueros, creyendo que se las daba en el gigante, que todo el aposento estaba lleno de vino”.
De la Edad Contemporánea sólo se va a mencionar a tres autores Valle Inclán, Emilia Pardo Bazán y un valenciano Vicente Blasco Ibáñez. Del primero de ellos solamente consideraremos, sus dos obras de teatro más famosas Luces de bohemia y Divinas Palabras. En la novela más famosa de Emilia Pardo Bazán, Los pazos de Ulloa, encontramos varias escenas con vino y borracheras.
Vicente Blasco Ibáñez trató del vino en varias de sus novelas como Cañas y barro o La Barraca, pero quiero mencionar aquí una dedicada enteramente al vino que tituló La bodega.
No podemos dejar fuera a dos de los mejores escritores en lengua castellana del siglo XX: Pío Baroja y Miguel Delibes, que también tocaron el tema del vino en sus novelas. De la extensa producción literaria de Don Pío vamos a nombrar dos de sus novelas: En La Busca y El árbol de la ciencia. Miguel Delibes, como buen vallisoletano y amante del campo, no podía dejar fuera de sus escritos el tema del vino, que lo trató en la mayoría de sus novelas: Diario de un cazador, Las ratas, Los santos inocentes, El hereje, etc….
Y para acabar la edad contemporánea dos novelas españolas recientes dedicadas totalmente al mundo del vino: El Velo y la Flor de Margarita Martín Ortiz y El Genio de la Botella de Miguel Ángel Aguirre Borrallo.
En el Premio Nobel Camilo José Cela la cultura del vino está ampliamente representada en su literatura: La Colmena, La familia de Pascual Duarte, Mazurca para dos muertos y en los libros de viajes como Del Miño al Bidasoa o El viaje a La Alcarria.
Y una anécdota del escritor gallego:” Menos mal que me traes un vino, todos me joden con libros”, le dijo a un amigo portugués que fue a verle con una botella de oporto.
Y no podemos dejar fuera de este rápido repaso por la literatura a Miquel Silvestre en sus libros de viajes. Como buen amante del vino tinto, podemos encontrar en sus escritos referencias a momentos degustando una copa durante la cena.
Un Millón de Piedras, La Emoción del Nómada, Europa Nómada, Operación Ararat, Nómada en Samarkanda, La Vuelta al Mundo en moto; en todos podemos encontrar a Miquel disfrutando del vino y de una buena conversación mientras nos relata las experiencias del viajero.
En Nómada en Sudamérica, visita la bodega del Portal del Alto en Chile mientras nos cuenta como el origen de la vid se encuentra en las cepas que plantaron los Conquistadores españoles.
Ahora, también nosotros estamos visitando ya la bodega de Sierra Norte. Como estaba previsto, a la llegada se produce la descarga de una ligera lluvia que humedece todo el entorno pero que nosotros evitamos mientras degustamos unos vinos acompañados de quesos y embutidos de la zona.
La uva Bobal es una variedad autóctona mediterránea, de la comarca Utiel-Requena que es conocida desde la Edad Media. Los vinos elaborados con Bobal se caracterizan por un intenso color cereza oscuro con ribetes de color granate violáceo. Ofrece excelentes vinos rosados de gran frescura y tintos jóvenes, pero su gran potencial está en los vinos de guarda, debido a su cuerpo y estructura, algo que mejora aún más si las uvas proceden de viñedos viejos, dando lugar a vinos muy interesantes y complejos de taninos finos.
Aprendemos la elaboración del vino blanco y rosado donde la refrigeración del proceso de fermentación llena de matices el producto final. Paseamos entre barricas de vino tinto y conocemos las diferencias entre las barricas fabricadas con roble francés y roble americano así como su importancia en el proceso de envejecimiento del vino.
La tertulia de la degustación de vinos y productos de la tierra finaliza con una copa en la mano que nos llevamos de recuerdo, mientras el sol se asoma entre las nubes y la lluvia ha llegado a su fin.
¡Pronto volveremos a reunirnos para navegar en agua dulce.!
Carlos Ivars.