La Delegación de Valencia/Castellón ha celebrado su primera moto-Trobada en Bronchales situada en la Sierra de Albarracín (Teruel) ubicada entre las comunidades autónomas de Aragón, Castilla La Mancha y Comunidad Valenciana.
El punto de encuentro, en destino, será el hotel Suiza y hasta allí han acudido socios de Alcañiz, Cuenca y Pamplona para disfrutar un fin de semana del cual se llevarán un grato recuerdo.
El día amanece espléndido para poder circular con nuestras motocicletas. Durante la semana hemos tenido un tiempo inestable, con tormentas en varios momentos, pero habíamos encargado una climatología benévola y de nuevo somos afortunados.
El grupo principal sale desde Valencia para recorrer la N 330 hasta Teruel. Vamos a realizar un recorrido lleno de cambios en el paisaje y la orografía.
En la primera parte la vid es la protagonista. Un gran manto verde cubre el horizonte. Estamos a finales de la primavera y los sarmientos se encuentran en su pleno esplendor donde han brotado los pámpanos, las hojas, los zarcillos y los racimos. Estamos atravesando los campos que nutren las bodegas de la denominación de origen Utiel-Requena y pronto mi mente empieza a degustar los caldos tintos de color cereza oscura y aromas afrutados.
Ahora es Cuenca la protagonista. Los cultivos de cereal de secano y almendros nos presentan un paisaje homogéneo interrumpido por el aroma de la actividad ganadera, fundamentalmente porcina y avícola, que dan paso a un relieve montañoso en la serranía donde los extensos pinares son los protagonistas.
A partir de aquí, la carretera hasta Teruel discurre siguiendo la trayectoria del río Turia que corretea en nuestro camino con sus aguas rojizas. A los pies de la ciudad de Teruel confluyen dos ríos, el Guadalaviar, de aguas blancas, y el Alfambra, de aguas rojas debido al terreno arcilloso por el que discurre, de cuya unión nace El Turia. Esto origina ese color rojo característico en el primer tramo de descenso hacia el mar.
Pero todavía nos espera un maravilloso tramo final.
Situado en los términos de Albarracín, Bezas y Gea de Albarracín, atravesamos el espléndido Paisaje Protegido de los Pinares de Rodeno. Es una zona espectacular, llena de contrastes, formada por un extenso pinar de pino de rodeno o resinero que se asienta sobre areniscas de color vino y que crece en ocasiones en lugares imposibles.
Las areniscas rodenas, trabajadas por el viento y el agua, aparecen como crestas y páramos dando lugar a callejones, torreones, abrigos, rocas en seta…. En este paraje conocido como la “ciudad roja”, habitan pinos resineros, rebollos, encinas y la majestuosa águila real. Circular por este paisaje, a través de una estrecha carretera con sus curvas para adaptarse a la orografía del terreno, es un privilegio que a buen seguro volveremos a repetir.
Hemos llegado a destino. Poco a poco van incorporándose el resto de compañeros. Después de reponer fuerzas, salimos de excursión a Albarracín.
Este municipio es una de las joyas patrimoniales aragonesas que destaca por los colores teja y ocre de sus fachadas, sus puertas y llamadores, sus diminutas ventanas con visillos de encaje o sus balcones corridos en rica forja y de madera tallada, la estructura medieval de sus viviendas, el castillo del Andador y las murallas que rodean a la población, construidas en el siglo X y ampliadas en el XI.
El calor aprieta y pone a prueba a los asistentes. La solidaridad entre los compañeros, pone de manifiesto que una dificultad mecánica no va a trastocar nuestros planes. Esas herramientas del fondo de la maleta, que en tantas ocasiones han sufrido las críticas, en estos momentos ofrecen la posibilidad de realizar un “reset” en la electrónica, provoquen unas risas y podamos continuar en la búsqueda de un lugar que ofrezca un buen cobijo y una refrescante cerveza.
Sólo unos valientes deciden hacer frente a la climatología y subir y bajar las calles empinadas con un calzado “cómodo”; entretanto otros prefieren esperar a la sombra, con una interesante tertulia y una fría cerveza, mientras bajo sus pies discurren las aguas del río Guadalaviar que en algún momento sirvieron como motor de un antiguo molino.
Ya de vuelta a Bronchales, el punto de encuentro es la terraza situada bajo las moreras, donde se sirven, en jarras bien heladas, cervezas que nos ayudan a superar con conversación, armonía y humor las altas temperaturas.
Llega una de las sorpresas que no estaba en el programa: el curso acelerado de italiano que nos propone Fernando durante la cena. Vamos a aprender expresiones del idioma, acaso necesarias para uno de nuestros futuros viajes, mientras las lágrimas de las carcajadas y risas recorren nuestras mejillas.
Continuamos el jolgorio y nuestra tertulia en Mozart: pero como norma del SRM, lo que ocurrió en Bronchales se queda en Bronchales.
El sábado nos ofrece un día claro, soleado. Nos encontramos a más de 1.500 metros de altura y, los que venimos de la costa, apreciamos una transparencia en el horizonte sin esa humedad que nos persigue constantemente. Sabemos que el sol que vemos en lo alto es el mismo, pero aquí se siente diferente.
Nuestro compañero Pepe (Madriles), que no se pierde una, ha tenido que madrugar para poder compartir el día con nosotros. A primera hora ya está con el café en la mano esperando a los más rezagados en llegar al desayuno, mientras su amigo empieza a volar el dron que nos filmará mientras disfrutamos de la ruta programada esta jornada.
Ya estamos en marcha. Nos dirigimos a subir el puerto de Noguera para después seguir en dirección Orihuela del Tremedal. La carretera atraviesa frondosos pinares. La silvicultura es uno de los pilares económicos de la región. Pino Albar y Pino Silvestre son las principales especies que podemos observar. De repente, aparece ante nuestra mirada una formación de pinos rectos, alineados, altos, bien podados que simulan abrir un paso para que podamos circular entre ellos. Es un trazado recto de apenas 2-3 Km. donde, además de disfrutar del bosque y su sombra, podemos ver el trabajo de los vecinos que luchan por mantener su medio de vida. Estamos atravesando los Montes Universales.
Parada en el camino para acudir al Mirador de Chequilla. Desde aquí tenemos un lugar privilegiado del Parque Natural del Alto Tajo. El peñasco que tenemos al frente hace las delicias de los socios: bromas, foto de grupo, risas y muy buen ambiente. Después de ver las imágenes que nuestro compañero Luis ha grabado con su dron, más de uno se arrepiente de haber estado recostado en la piedra….
Hacemos una breve parada para tomar un tentempié y nos damos cuenta de las dificultades de los habitantes de estas poblaciones en mantener su forma de vida y subsistencia.
Acudimos al bar a tomar un refrigerio y preguntamos si podía acompañarse de algún bocadillo o frutos secos, aceitunas, etc… La información que obtenemos es que no ha llegado todavía el panadero (11:00 h. de la mañana) y sí podemos comprar algo en la tienda de enfrente. ¿Dónde está la tienda?, preguntamos. Cruzando el pasillo es la respuesta. Llegamos y está cerrada. De vuelta le indicamos que cuándo van a abrir. La respuesta es que cuando termine de servir las bebidas abrirá la tienda para que podamos comprar. Acaba de llegar el panadero. Lamentablemente es tarde y debemos retomar el camino: en otra ocasión será.
El rojo es el color de la moto-trobada. También de mi “rogeta” a la cual puse a prueba en una parada inesperada que aproveché para comprobar si las defensas y protecciones habían sido colocadas adecuadamente y cumplían su misión. En estos casos, por suerte, sobran brazos de ayuda para volver a la posición vertical.
Seguimos de nuevo la Sierra de Albarracín que, a finales de primavera e inicio del verano, se convierte en una explosión de color y aroma. El campo se tiñe de rojo. La botánica en la Sierra de Albarracín, es un espectáculo. Los campos de cereal, barbechos, eriales y claros degradados de zonas de matorral se cubren de un mar primaveral de amapolas entrelazadas con lavanda y espliego. La ruta se convierte en olas que cambian de color conforme el relieve caprichoso modifica la llanura de los campos. El aroma de lavanda nos envuelve y nos deleita durante unos agradables kilómetros.
Llegamos al Castillo de Peracense, el castillo de la piedra roja. Es uno de los más bellos e impresionantes de Aragón. Se levantó en plena roca en el siglo XIII para defender la frontera con Castilla. Fue castillo defensivo, cárcel e importante cuartel durante las guerras carlistas.
La visita con guía nos ayuda a conocer y comprender mucho más de esta construcción, aunque no faltó averiguar si habían habitado el lugar cazadores-recolectores antes del asentamiento.
Aquí os dejo, por petición de los socios, el arma defensiva que causó mayor interés de todas las que pudimos conocer:
Finalizado el recorrido por todos los rincones del castillo y brillando en lo alto un sol, que en algunos momentos nos achicharra habida cuenta de nuestra indumentaria, lo más aconsejable es acudir a reponer fuerzas a Ródenas.
El pueblo rojo, como así se denomina a este municipio, viene de la importancia en la construcción de la piedra de rodeno. El rodeno es una roca de arenisca roja compactada por cuarzo y feldespato que le dan su carácter brillante. Su origen es sedimentario, arcillas que se han ido compactando lentamente hasta cementarse.
Saboreamos una comida de mediodía entre buenas viandas, mejor compañía y un ambiente distendido, agradable, interesante: totalmente Silver Reader. Como no podía ser de otra manera, finalizamos con uno de los sellos de identidad de nuestra delegación: el culto al “cremaet”.
Durante la vuelta a nuestro punto de encuentro, los que hemos sido previsores y llevamos alguna maleta vacía, nos dedicamos a contribuir al mantenimiento de los habitantes de este territorio y compramos productos autóctonos de enorme calidad: quesos, jamón, embutidos, miel, etc…; lástima que Jorge no pudo encontrar su ansiado queso de leche fresca en ninguno de los establecimientos visitados, eso sí, salimos con una nueva App en nuestros teléfonos que indicaba que nos habíamos convertido en clientes con derecho a variados descuentos en nuestras compras.
Lamentablemente se ha terminado el fin de semana y hemos de volver cada uno a nuestro punto de partida. Vamos a regresar a casa con una certeza: la moto-Trobada de 2024 ya está en marcha. El encuentro ha sido un éxito y todos en nuestro corazón nos llevamos una experiencia de calidad humana, camaradería, cultura, risas, tertulias, idiomas, moto, etc… que a buen seguro queremos repetir de nuevo.
Ahora hay que ser justos y reconocer el gran trabajo de nuestro delegado J. Carlos Fajardo, con la ayuda logística de Fernando y Gemma en la sombra, en la organización de este fin de semana. Sin su esfuerzo esta experiencia no hubiera sido posible. GRACIAS.
¡OS ESPERAMOS EN LA MOTO-TROBADA 2024!
J. Carlos Ivars
S. 127