01/04/2023
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El Castillo de San Miguel

El destino no era “la fortaleza”, que también. Después de varios intentos por organizar esta ruta, por fin nos pudimos reunir algunos miembros del Motoclub que, desde Granada, nos dispusimos a recorrer las espectaculares carreteras, parajes y paisajes que nos ha tocado en suerte a los que vivimos en esta zona de Andalucía, y a los que no hay que acostumbrarse.

El acostumbramiento es la antesala de muchos males y problemas. Suele ocurrir que con el acostumbramiento se acaba perdiendo el respeto, la admiración, el cuidado y el valor… de todo lo que nos enriquece. Que no con el conocimiento.

Con el acostumbramiento llegamos pasados a la curva, vemos del mismo color la tierra que el asfalto, detectamos antes los defectos “de las otras” antes que la fecha de nuestra próxima itv, y acabamos encontrando bueno cualquier pretexto para aumentar el garaje.

Con el conocimiento se disfruta de cada curva llegando a su vértice con el punto justo para sentir las capacidades de la moto, que te lleva; se descubren km a km, y cuantos más mejor, esas virtudes que la hacen única y enteramente tuya, aunque sea fea de cojones a los ojos de los demás, aunque haya que pararse cada dos por tres a completarle aceite o apretarle siempre el mismo tornillo. 

Así es que no, el destino no era la fortaleza, que también.

Esa cerveza, sin alcohol, a la hora del Ángelus, con las pipas que en algunas zonas parecen gambilla blanca. En otras no sabrán ni lo que es… Esa conversación distendida, fuera de los avatares del día a día. No es deporte físico, que también. Es descanso psicológico, aunque no me gusta el término. Esas risas que estallan cuando valoramos si el que abre ruta sabe dónde están los cruces que hay y cuál atender; si vamos más deprisa o muy despacio mientras llegamos al Haza del Lino, punto estratégico actualmente para todo el que va principalmente sobre dos ruedas. Esa conversación distendida, digo, refresco en mano a pie de rompeolas en El Lance.

Y seguimos a nuestro destino que nos detuvo en ese puente colgante de Jolucar donde nos inmortalizamos “sin nada por debajo”, aunque las fotos, como siempre, no hacen justicia.

El destino era el sitio donde pudimos despojarnos de las ataduras de la cordura y, cerveza primero y botella de vino después, compartir esos momentos hablando y debatiendo de lo divino y de lo humano. Momentos que hacen que no nos acabemos acostumbrando a lo bueno, y que valoremos en su justa medida lo menos bueno que nos pueda suceder.

El castillo de San Miguel era el postre. El punto cultural que nos atrae a muchos para terminar una jornada aparentemente “básica”. 

La visita dio para comentar y debatir, como en otras ocasiones, la tendencia actual por preservar en vez de restaurar nuestro patrimonio histórico, dando lugar con ello, y según la opinión personal del que suscribe, a que se creen múltiples versiones conforme a lo que cada uno pueda imaginarse de lo que fue o pudieron ser, aquellas ruinas convertidas en atractivo turístico “cultural”. 

Viendo lo que dice Wikipedia del Castillo de San Miguel, acaba uno más confuso de como acudió a su lectura. Hace falta recurrir a otras fuentes, a fuentes que, sin pretender hacerte un doctor en la materia, te aporte un mínimo de conocimiento de lo que fue en su día y de su evolución. Y en esto se parece Wikipedia al Facebook, y por lo mismo se distingue el acostumbramiento del conocimiento. Lo primero es inmediato y, en consecuencia, engañoso. Lo segundo, hay que trabajarlo un poco. Pero será fiable y perdurará. Y por eso mismo hay que saber a qué fuentes acudir según el destino que persigas.

Acalorados, abandonamos el casco antiguo de Almuñécar, después de haber visitado por el mismo precio el museo arqueológico Cueva de los Siete Palacios, que contiene importantes piezas provenientes, fundamentalmente, de los yacimientos de la necrópolis romana de Puente de Noy y de la factoría de salazón de El Majuelo. 

A algunos, sin embargo, que vamos mirando los techos de todo lo que visitamos, nos atrae, más que el contenido que alberga, el origen de esa construcción que no era otro que servir de plataforma, dadas las dificultades orográficas de la zona, sobre la que construir un templo romano.

El cansancio acumulado en la jornada se iba notando. Sobre todo, cuando iniciamos el regreso hacia Granada. El que abría ruta volvió a hacerse un lio en las rotondas, y acabamos luchando, cada uno por su cuenta, contra el viento que no sabía que no es costumbre, sino conocimiento, lo que nos hace volver a cada uno a su castillo.

El destino no fue la fortaleza. Era enriquecer una jornada de moto en la mejor de las compañías.

 Esto es lo que hace grande a este Motoclub, que lo trasciende. Las personas que, gracias a él, convergen en el viaje, la aventura, la cultura, el buen vino y las buenas costumbres.

  • Delegación de Granada - Ruta Castillo de San Miguel
  • Delegación de Granada - Ruta Castillo de San Miguel
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  • Delegación de Granada - Ruta Castillo de San Miguel
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