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Y la amenaza se ha cumplido.
La Delegación de Valencia organiza un nuevo Moto-esmorzaret acontecido y disfrutado el 18 de febrero.
Durante toda la semana, viendo el pronóstico climatológico, hemos estado los soci@s soplando con fuerza para alejar la borrasca y poder reunirnos de nuevo en una gran jornada SILVER READER.
La salida es a las 9:00 h. y todos llegamos puntualmente a la cita. La mañana despierta fresca y ya se nota que el amanecer adelanta su hora. Vemos en el horizonte el sol que quiere abrirse paso entre un cielo cubierto por nubes y neblina: esta humedad que viene del mar nos va a acompañar durante toda nuestra ruta.
Agradecemos a Alfredo, de la delegación de Alicante, que se haya animado a acompañarnos; este esfuerzo hace que podamos reunirnos de nuevo a pesar de la distancia. Guillermo hace lo propio acudiendo desde Benicarló y Fernando nunca se lo tenemos en cuenta) acude a la cita desde Utiel (siempre decimos que está aquí al lado).
Ha regresado de su travesía marítima Ramón y queremos conocer su viaje y experiencia en primera persona.
La expectativa es grande, todos queremos vivir la jornada que ha preparado con gran detalle nuestro delegado J.C. Fajardo. Arrancamos motores y uno tras otro seguimos su estela circulando inicialmente por la autovía en dirección sur.
Durante este trayecto atravesamos La Acequia Real del Júcar considerada como una de las más brillantes obras de ingeniería del siglo XVIII.
La Acequia Real del Júcar es una de las instituciones de regadío más antiguas de España. Su origen, sólo 25 años después de la creación del Reino de Valencia, la ha convertido en un signo de identidad cultural de la Comunidad Valenciana.
El primer documento que registra las obras de la Acequia Real del Júcar data de 1258. Fue el rey Jaime I quien ordenó la construcción de un gran canal, la acequia Nueva de Alzira, para poner en riego las tierras situadas en la margen izquierda del Júcar. Su objetivo era asegurar el territorio conquistado y favorecer el asentamiento de una población fiel cristiana.
El origen de la Albufera de Valencia está íntimamente ligado a las obras de ampliación de la Acequia Real del Júcar. Estas obras permitieron la aportación de agua dulce a la Albufera transformando un lago de agua salobre en un lago somero de agua dulce.
Van apareciendo en nuestro camino los campos de naranjos que cubren, como un manto, nuestro recorrido. Circular entre ellos nos hace entender la importancia de este cultivo para esta comarca y la visita de nuestra primera parada: Mirador de la Presa de Tous.
El gran dique que corta el paso al Júcar en el tramo final de su recorrido, es una imponente infraestructura que mide algo más de un kilómetro de longitud en su coronación y tiene 135 metros de altura desde cimientos.
La suma de estas características es la que otorga una especial protección a la zona, pues entre ambas permiten, en primer lugar, contener a un Júcar embravecido de la mañana a la noche e, inmediatamente después, desaguar de forma controlada las aguas torrenciales, limitando los posibles daños. Además de esta labor fundamental, esta infraestructura tiene otras importantes misiones añadidas; una de ellas es abastecer de agua potable al millón y medio de habitantes que residen en Valencia, su área metropolitana y Sagunto; la otra, proporcionar riego a más de 50.000 hectáreas de cultivos.
Paramos nuestros motores para poder divisar un paisaje maravilloso. Una inmensa superficie de agua aparece frente a nuestros ojos. También observamos una obra de ingeniería de vanguardia.
Hablar de Tous en estas latitudes es decir riqueza y prosperidad así como catástrofe y sufrimiento. Los asistentes empezamos a recordar el desastre acontecido el 20 de octubre de 1982 y conocido tristemente como la “pantanà de Tous”. La rotura, del entonces azud, originó la mayor avenida de agua e inundaciones acontecida en España.
Mientras observamos el horizonte, la aparición de una cría de Cabra Montesa, nos recuerda que estamos en plena naturaleza y origina un pequeño jolgorio que termina cuando miramos nuestro reloj y nos damos cuenta que es la hora de nuestro esmorzaret.
Después de un pequeño descenso, tomamos asiento y nos disponemos a reponer fuerzas. Nuestro delegado ha tenido que sufrir para elegir este lugar: embutido casero.
La aparición de los primeros rayos de sol nos ofrece una estancia envidiable. Las chaquetas empiezan a ocupar los respaldos de nuestras sillas y el ambiente mejora con el transcurso del tiempo. Como si todo se hubiera organizado al detalle, tenemos la suerte de que una “charanga” y una “traca” amenicen durante unos minutos este momento.
En la parada técnica, se aprovecha para acudir a aligerar nuestro líquido interior. En la espera para acceder al espacio dedicado a tal fin, se suceden conversaciones triviales con desconocidos. En esta ocasión, un “motero” me pregunta sobre el nombre de nuestro motoclub. No relaciona Reader con moto. Le aclaro que somos lectores aficionados a las motos o aficionados a las motos que nos gusta leer. Su mirada es de “te estás quedando conmigo”. Afortunadamente es mi turno y no continuo con la conversación. A mi regreso junto a mis compañeros luzco con orgullo, atravesando todo el establecimiento, el chaleco del SRMC. Más tarde, su atenta despedida, me indica que el smartphone que porta ha hecho su trabajo en la búsqueda de información.
Terminada la NOTA DE CATA “TOP CREMAET SILVER READER”, volvemos a subir de nuevo a nuestras motocicletas y retomamos el recorrido a través de sinuosas carreteras que nos llevarán a la comarca de la Canal de Navarrés. Circulamos entre campos de cultivo repletos de naranjos donde se nota la presencia del regadío, para después transformarse en terrenos de secano con olivos y algarrobos. Este contraste hace que el viajero disfrute de cada curva, cada pendiente y se encandile con la vista puesta en su horizonte.
Después de disfrutar de cada curva, nos encontramos siguiendo el recorrido del río Sellent, que nos dirige hacia nuestra segunda parada: La Albufera de Anna.
Llegamos a un pequeño lago de origen natural originado por los múltiples nacimientos de agua que hay en sus profundidades. La vegetación es abundante, con pinos y plataneros que la rodean, generando esa acogedora sombra que todos buscamos en el verano.
Pronto vienen a darnos la bienvenida los patos y ocas que anidan en la isla que emerge del centro del lago: mientras conversamos y desplegamos nuestra bandera, aprovechamos para dar pequeños trozos de pan a los habitantes del lago, hecho que agradecen agrupándose frente a nosotros y mostrando su colorido plumaje.
Nuestro compañero de Alicante abandona el grupo para continuar por otro camino de regreso a casa. ¡Hasta pronto!.
Es el momento de continuar con nuestra ruta en dirección a la Sierra de Enguera.
Nos encontramos en una sierra con arbolado fundamentalmente de pino, que se combina con encina y, en el sotobosque, toda una colección de plantas aromáticas. Nuestro recorrido transcurre con curvas enlazadas combinadas con rectas donde poder disfrutar del maravilloso paisaje y los aromas que podemos apreciar desde nuestro medio de transporte. De vez en cuando, y próximos a los caseríos, nos encontramos plantaciones de olivos, algarrobos y almendros. Un relieve surcado por barrancos labrados por las aguas que manan y recogen sus montes.
Cuando al fin finalizamos el ascenso, sobre una de las alturas que forman parte de la sierra, se divisan, acercándose con rapidez, los molinos de viento (aerogeneradores). Enseguida viene a mi mente el buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento. Nosotros a lomos de nuestras monturas y al fondo los desaforados gigantes.
Pero pronto comienza nuestro descenso y tendremos que dejar desigual batalla para próxima ocasión.
Ahora, la pendiente nos empuja hacia el final de la jornada y aunque reducimos para entrar en la curva, sabemos que pronto cada uno tomaremos el rumbo a nuestro destino.
Hemos compartido una mañana formidable, donde la camaradería, las risas, la convivencia, la tolerancia y nuestra esencia han estado presentes en cada momento.
Es un ¡hasta luego! porque mientras estas líneas se iban creando, nuestro delegado J. C. Fajardo, que es trabajador incansable, ya nos ha convocado a compartir un nuevo encuentro para el próximo mes.
Carlos Ivars
SRMC - 127