Tal día como hoy, el 16 de septiembre de 1542, fallecía en la batalla de Chupas, Pedro de Candía. Pero, ¿quién fue?
Si os hablara de los "Trece de la Fama" seguro que os sonaría algo más.
Pues sí, nos remontamos a mayo de 1527, cuando Francisco Pizarro trazó con su puñal una línea en la arena retando a sus marinos que la cruzase quienes decidieran seguirla en dirección a un futuro incierto.
Pedro de Candía nació en el Reino de Candia (hoy Creta) en 1494, época en la que pertenecía a la República de Venecia. Nació en el seno de una familia colonial italiana. De muy joven se trasladó a Castelnuovo. La guerra con los otomanos le llevó a combatir desde muy joven y se había especializado en el uso de explosivos y artillería. Participó en las batallas del norte de África, como la toma de Orán en 1509, el asedio de Bugía y de Trípoli en 1510, siempre como artillero. Incluso participó en la famosa batalla de Pavia en febrero de 1525.
Se casó en Villalpando (Castilla) donde tuvo descendencia, sin embargo, en 1526 embarcó con destino a las Indias dejando en España a mujer e hijos.
En Tierra Firme sirvió por un tiempo bajo las órdenes de Pedro de los Ríos, pero pronto se enrolaría en la expedición de Diego de Almagro quien reclutaba voluntarios para la expedición hacia el Perú.
Participó en la segunda expedición de Pizarro. Aunque la especialidad de artillero no tenía mucha funcionalidad en las tierras que exploraban, su polivalencia era de mucha utilidad. Era una persona fuerte y corpulenta, hábil en el cuerpo a cuerpo e ingenioso para conseguir alimentos y otros utensilios.
En mayo de 1527, en la Isla del Gallo, fue uno de los trece que permanecieron junto a Pizarro sabiendo que les esperaba un futuro incierto, cuando lo más fácil era volver en barco a Panamá.
La expedición de Pizarro arribó a Tumbes, siendo Candía uno de los que desembarcaron y visitaron la ciudad.
Cuenta una leyenda, que estando en la plaza, los indios le retaron a demostrar el poderío de su arcabuz, por lo que disparó contra un tablón, destrozándolo en mil pedazos. Ante tal demostración de poderío, lanzaron contra él dos fieras, sin embargo, Candía soltó su arcabuz y los dos animales se acercaron mansos hacia él. Los indios lo vieron como un enviado por los dioses y atendiendo a todas sus demandas.
Regresó con Pizarro a España influyendo en la decisión final para que se firmara la Capitulación de Toledo el 26 de julio de 1529 que permitiría a Pizarro explorar las tierras de la Nueva Castilla y a Candía se le otorgaba el rango de hidalgo y artillero mayor del Perú.
De vuelta a Panamá, participó en el tercer viaje de Pizarro que terminaría con la detención de Atahualpa en Cajamarca.
En 1534, el mismo año de su fundación hispánica, fue alcalde ordinario de Cuzco, donde tuvo un hijo mestizo de su mismo nombre.
A pesar de haber podido regresar a España con una buena fortuna que le hubiera permitido vivir el resto de sus días holgadamente, prefirió quedarse en Perú, dedicado a la fabricación de armas de artillería y pólvora.
En 1536 combatió en la defensa de Cuzco frente a Manco Inca.
Aunque Pedro de Candía era fiel a los hermanos Pizarro, no se sentía cómodo participando en la rivalidad entre Pizarro y Diego de Almagro. Por ello, coincidiendo con el desenlace final de la rivalidad, en 1538 se embarcó en la expedición en busca del País de Ambaya. Invirtió casi 90.000 pesos de oro para adentrarse junto a una tropa de 300 españoles y 8.000 nativos al este de los Andes. Sólo encontraron selva, lluvia y muerte.
Candía logró salir con vida, perdiendo todo lo invertido.
La guerra civil entre pizarristas y almagristas continuaba, ya a las órdenes de Diego de Almagro "el mozo". Tras el asesinato de Francisco Pizarro, se posicionó del lado de los almagristas. Debía fabricar unas culebrinas para sus tropas, pero por alguna razón, las fabricó defectuosas. Se dice que fue a propósito pues no le complacía dar muerte con ellas a sus antiguos compañeros.
La guerra civil continuaba y las tropas pizarristas se unieron a las realistas con Vaca de Castro al mando, que venían a poner fin a la contienda.
El 16 de septiembre de 1542, el día de la batalla de Chupas, cerca de Huamanga, Candía estaba al mando de la artillería. Cuando debía dejar caer toda la fuerza de la artillería sobre las tropas reales, erró todos los cañonazos. Diego de Almagro "el mozo" consideró que lo había hecho a propósito cabalgando a galope hacia nuestro protagonista asestándole varias lanzadas que lo llevaron a la muerte.
No se puede afirmar que estuviera traicionando a Almagro, pero es difícil imaginar que un artillero con tanta experiencia pudiera errar tan estrepitosamente. Lo que sí es cierto es que provocó el fin de la guerra civil.
