Tal día como hoy, el 14 de mayo de 1570, se fundaba la ciudad de Villarrica (Paraguay). Este hecho se debe a otro de nuestros #exploradoresolvidados. En concreto, se trata de Ruy Díaz de Melgarejo.
Nació alrededor de 1519 en la pequeña población sevillana de Salteras, en el seno de una familia de hidalgos, adoptando el apellido de su abuelo materno.
De muy joven ya le atraía la carrera militar, ingresando en el Ejército de Carlos V y combatiendo en Flandes, Italia y Francia.
El 2 de diciembre de 1540, con alrededor de 21 años, zarpó junto a su hermano mayor desde Cádiz en la segunda expedición de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, arribando en marzo de 1542 a Asunción. Participó en expediciones de Cabeza de Vaca en el norte de Paraguay.
Cuando Domingo Martínez de Irala manda apresar a Cabeza de Vaca en abril de 1544, se crearon dos bandos por la lucha de poder. Díaz Melgarejo se mostró especialmente fiel a Álvar Núñez, encabezando el grupo de defensores hasta el punto de ser detenido, aunque logró escapar, escondiéndose en una tumba debajo del altar mayor de la iglesia del monasterio de Nuestra Señora de la Merced, donde permaneció escondido por 9 meses.
En 1547, Irala se marcha al Perú y deja a Fernando de Mendoza al cargo. En 1549, Melgarejo y Diego de Abreu, convencieron al gobernante interino para que se celebraran unos comicios y así lograr que Abreu fuera elegido gobernador.
A la vuelta de Irala, ambos son apresados, acusados de rebelión, pero lograron huir y Ruy Díaz Melgarejo se escondió unos 4 años en los bosques hasta que fue detenido por segunda vez. Pero nuevamente logró escapar, en esta ocasión hacia tierras portuguesas, donde es capturado por los indios tupí, que eran caníbales. Sin embargo, le cayó en gracia a una mujer del campamento gracias a la cual logró escapar.
Huyó en esta ocasión hacia la costa atlántica, a San Vicente, tras haberse unido a otro grupo de exploradores que también eran perseguidos, de entre los cuales destacaba Ulrico Schmiedl, explorador alemán de la casa de los Welser y primer cronista de Paraguay.
Fue en este lugar donde conoció a Elvira de Contreras con quien se casaría.
El 2 de junio de 1555, regresó a Asunción con Juan de Salazar para ponerse a las órdenes de Domingo Martínez de Irala, designado recientemente gobernador del Río de la Plata.
Destaca la carta que escribió el 4 de julio de 1556 al Monarca denunciando el trato recibido al ser hecho prisionero Cabeza de Vaca y también disculpaba a los indios, pues según indica, la animadversión que tenían era por el trato recibido previamente.
Ante la amenaza que le consideraba, lo mandó a explorar y colonizar la región del Guayrá, fundando en 1557 el asentamiento Ciudad Real del Guayrá a orillas del río Paraná junto a la desembocadura del río Piquirí, ciudad que fue arrasada en 1638 por el portugués Antonio Raposo Tavares.
Ruy Díaz tuvo que huir por asesinar a su mujer y a su amante, el sacerdote Juan Fernández Carrillo, quien, al igual que Elvira, llegó en la flota de Salazar a su Sudamérica. Sin embargo, quedó absuelto y volvió a Asunción, siendo elegido gobernador.
En febrero de 1570 parte con cuarenta hombres con la misión de ampliar la exploración. Tras sesenta leguas de duro viaje, llega a la región de Cuarajhyberá, fundando el 14 de mayo de ese mismo año la ciudad Villa Rica del Espíritu Santo, hoy Villarrica (Paraguay).
En agosto de 1572 fue nombrado procurador de la provincia y el 30 de mayo de 1574 ayudó a Juan de Garay en la fundación de Zavatina de San Salvador, cuya existencia fue efímera.
El 14 de octubre de 1575 fue nombrado teniente de gobernador del Guayrá, separándola de Asunción y gobernando de forma independiente.
En 1579 fue enviado para colonizar la región al norte del Paraguay, fundando la ciudad Santiago de Jerez, cerca del río Mbotetey (río Miranda), cuya existencia fue corta a causa de los continuos ataques de los indios. Un año después, fue trasladada a la orilla del río Mondego (río Aquidauana).
Ese mismo año, acompañó a Garay en la segunda fundación de Buenos Aires.
El 15 de marzo de 1585, Ruy Díaz se retiró a la vida privada y en 1590 se mudó a Santafé, en la actual Cayastá, a casa de su hija Isabel de Carvajal, donde murió en 1602, siendo enterrado en la iglesia del Bienaventurado San Francisco, de acuerdo con sus deseos.
En el tiempo que estuvo al frente de las ciudades que fundó, fomentó la producción ganadera y forestal, así como la extracción de cera y la búsqueda de oro, pero en su lugar, logró extraer hierro, que resultó muy útil para los vecinos.