Tal día como hoy, el 22 de septiembre de 1554, moría en Ciudad de México, Francisco Vázquez de Coronado, capitán de la gran expedición que partió desde México en busca de las siete ciudades de Cíbola.
Coronado nació en Salamanca en el seno de una familia noble, hijo de Juan Vázquez de Coronado, noble al servicio de los Reyes Católicos y de Carlos I, y de Isabel de Luján, dama de compañía de Isabel “La Católica” y hermano de Juan Vázquez de Coronado, quien se convertiría en gobernador de Costa Rica.
Al fallecer su padre, su hermano mayor, Gonzalo, hereda el Mayorazgo, por lo que Francisco debe buscar fortuna en el Nuevo Mundo. Gracias a los contactos de su padre con la Casa de los Mendoza en Granada, con el nombramiento de Antonio de Mendoza como primer virrey de Nueva España en 1535, se le brindó la posibilidad de trasladarse Nueva España como parte del séquito del virrey.
La relación con el virrey le permite un rápido ascenso y en 1537 entró a formar parte del Cabildo de la Ciudad de México.
En 1538 se casó con Beatriz de Estrada, hija del tesorero Alonso de Estrada y Marina Gutiérrez Flores de la Caballería, lo que le otorgó una de las mayores encomiendas de Nueva España, la encomienda de Tlapla, que en un futuro tendría una gran importancia en su vida. Además, los años siguientes, Coronado fue adquiriendo otras encomiendas, y también se le fueron asignando otras, proporcionándole una posición muy acomodada.
El mismo 1538, el virrey Mendoza, buscaba un mayor control de la zona fronteriza, Nueva Galicia, nombrando a Vázquez de Coronado, gobernador, en sustitución de Nuño Beltrán de Guzmán.
Se traslada a Compostela, capital de Nueva Galicia, teniendo además la misión de explorar las tierras del norte.
Desde 1536 existían informes que sugerían la existencia de fabulosas ciudades al norte. Dichos testimonios procedían de los cuatro supervivientes de la expedición de Pánfilo de Narváez hacia la Florida, de la que Álvar Núñez Cabeza de Vaca formó parte. Dando credibilidad a dicha leyenda, enviaron a Fray Marcos de Niza acompañado de Estebanillo, uno de los cuatro supervivientes y primer negro africano en América, ejerciendo como guía, a una exploración inicial. Tras la muerte de Estebanillo a manos de los indios, volvió apresuradamente confirmando la existencia de Cíbola, si bien sólo llegó hasta una aldea y que él creyó que formaba parte de las sietes ciudades del reino de Cíbola.
Las riquezas de ese reino, según decían, eran equiparables a las del imperio azteca, o del inca en Perú, lo que empuja a Mendoza a invertir en la empresa. Coronado, a su vez, hipoteca la encomienda de Tlapla para financiar su parte de la expedición. De esta forma, el 26 de febrero de 1540, con treinta años de edad, Francisco Vázquez de Coronado a la cabeza, parte por tierra desde Compostela la imponente expedición compuesta por 285 españoles y casi un millar de indios, 520 caballos, ganado y armas, dejando a Cristóbal de Oñate como gobernador suplente.
La expedición contaba con una segunda parte que partía por mar desde Acapulco con el fin de dar apoyo logístico en tierras del norte con Hernando de Alarcón al mando.
La idea inicial era establecer contacto en la desembocadura del río Colorado, descubierta en septiembre de 1539 por Francisco de Ulloa.
Vázquez de Coronado continuó hacia el norte hasta arribar con penurias a San Miguel de Culiacán, fundada en 1531 por Nuño de Guzmán, donde dejan a la mayor parte de la hueste.
El 22 de abril de 1540 sale rumbo a la actual Arizona, con fray Marcos de Niza como guía. La expedición camina sin descanso hasta el valle de Ures donde funda la villa de San Jerónimo de los Corazones, que se mantendría poblada hasta el s. XVII. La expedición continua hacia el norte adentrándose a lo que hoy es el sur del Estado de Arizona, una tierra yerma y desolada que va haciendo mella en los exploradores. Llegaron a un lugar conocido como Chichilticale, una ruina misteriosa que a día de hoy no se ha logrado encontrar. Pero las esperadas riquezas de Cíbola les empuja a seguir caminando por el desierto.
Finalmente, el 7 de julio de 1540 llegan a Cíbola. Lo que encuentran les baja los ánimos. En lugar de una gran ciudad cubierta de oro, encontraron un pequeño poblado en lo alto de un risco. Se trataba del pueblo de Hawikuh al que llamaron Granada.
La situación de los hombres de Vázquez es de extrema gravedad. Ya han muerto algunos y el hambre les hacer entrar en la ciudad, sin embargo los indios se defienden con piedras y flechas. Coronado acaba herido, pero finalmente el pueblo se rinde.
Cíbola se convierte en el lugar de operaciones para exploraciones del entorno. De éste modo, parte Pedro de Tovar hacia el Oeste, atravesando el desierto de la meseta de Colorado. García López de Cárdenas llega más lejos y descubre el Gran Cañón del Colorado y Hernando de Alvarado explora hacia el Este hasta llegar a Tiguex a donde le siguió Coronado con el resto de la hueste, pues era una tierra más rica. Sin embargo les sorprende el invierno y con él, el frío y el hambre. Los indios que al principio eran amables entregando ropa y alimento, se hartan y se desata un conflicto armado que se prolonga hasta la primavera de 1541.
Parten de nuevo en dirección al Este y posteriormente al norte en busca de Quivira, una tierra supuestamente rica en oro y plata. En su trayecto sólo ven pasto y bisontes. Finalmente llegan a la anhelada ciudad, pero nuevamente se trata de una leyenda. Se trata de un poblado de chozas.
Vázquez de Coronado decide dar media vuelta para reunirse en Tiguex con el resto de la expedición que iba a ritmo más lento y con el ganado. Una vez reunidos, deciden pasar el invierno de 1541/1542 con la intención de reiniciar la exploración en primavera. Sin embargo, se desata una rebelión en Nueva Galicia que rompe la comunicación entre la expedición y el virreinato, provocando el retorno a México en abril de 1542.
Volvió con las manos vacías, sin haber logrado recuperar la gran inversión realizada, sin embargo sí trajo una gran riqueza en conocimientos sobre las tierras recorridas.
Su relación con el virrey se debilitó, aunque continuó con el gobierno de Nueva Galicia hasta 1545, tras haber superado un juicio de residencia en el que tuvo que demostrar su inocencia tras ser acusado de corrupción.
Hasta 1554, fecha de su muerte, se centra en reclamar la devolución de sus encomiendas que habían pasado a manos de la Corona mientras que él exploraba las tierras del norte.
Por cierto, Miquel Silvestre también estuvo allí y nos lo contó.